La vacuna neumocócica

médico vacunando a una persona con la vacuna antineumocócica.

Tabla de contenidos

Entendiendo la Neumonía: Neumococos y su Prevención

Antes de irnos en pleno con la vacuna neumocócica, debemos entender que los neumococos, también conocidos científicamente como Streptococcus pneumoniae, son bacterias habitualmente presentes en la mucosa nasal o faríngea de los seres humanos. 

Los niños en edad preescolar son portadores de neumococos en su nasofaringe en un porcentaje estimado del 20% al 60%. 

Para los niños en edad escolar, el porcentaje de portadores disminuye a 29-35% y se reduce aún más durante la adolescencia, con tasas del 9% al 25%. 

En adultos sin hijos, el porcentaje de portadores es de alrededor del 6%, pero este aumenta a 18-29% en aquellos con hijos colonizados.

La propagación de estas bacterias es sencilla, principalmente a través de la tos o estornudos, y pueden causar enfermedades que varían desde afecciones leves como otitis o sinusitis, hasta afecciones más graves como neumonía, meningitis, sepsis y artritis.

La Neumonía: Un Reto para la Salud Pública

La neumonía, una de las infecciones más graves causadas por los neumococos, se caracteriza por fiebre, tos y dolores en el tórax. 

Los niños pequeños y los adultos mayores son especialmente susceptibles a esta enfermedad y presentan mayor riesgo de sufrir complicaciones graves e incluso de fallecer. 

A pesar de que los antibióticos son el tratamiento habitual, algunas cepas de neumococos han desarrollado resistencia a ciertos medicamentos, lo que complica el tratamiento y prolonga la hospitalización.

Prevención: La Importancia de la Vacuna neumocócica

Ante la problemática de la resistencia a los antibióticos, la prevención se vuelve esencial. Aquí es donde la vacuna neumocócica o vacuna antineumocócica juega un rol crucial. 

Esta inmunización, también conocida como vacuna contra el neumococo, es la estrategia más efectiva para proteger contra las infecciones neumocócicas, desde las más leves hasta las más graves. 

Así, la vacunación neumocócica se presenta como una herramienta esencial en la prevención de estas enfermedades y en la mejora de la salud pública.

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Dos Vacunas Esenciales para Combatir el Neumococo

En la lucha contra la enfermedad neumocócica, hay dos tipos de vacunas que juegan un papel fundamental:

Vacuna neumocócica conjugada

La vacuna antineumocócica conjugada  protege contra 13 tipos de bacterias neumocócicas. Actualmente, disponemos de una variante de esta vacuna que contiene 7 serotipos de neumococo, conjugados con una proteína no tóxica de la toxina diftérica llamada CRM. 

Además, están en desarrollo otras dos versiones de la vacuna, una con 10 serotipos y otra con 13. En diversos estudios clínicos, la vacuna 7-valente (PCV-7) ha demostrado ser inmunogénica. 

Luego de las tres dosis básicas en niños de 2, 4 y 6 meses de edad, del 92 al 100% presentaron niveles de protección establecidos (≥ 0.15ug/ml), y del 67 al 100% presentaron concentraciones más altas (≥ 1ug/ml). 

Esta inmunogenicidad categoriza a la vacuna como altamente eficaz en la prevención de la Enfermedad Neumocócica Invasiva (ENI) causada por los serotipos vacunales, lo que permitió su comercialización en Estados Unidos. 

Además, la PCV13 reduce la incidencia de la ENI y disminuye la colonización a nivel de la orofaringe, incluso en poblaciones que no la han recibido directamente. Podríamos decir que, por cada niño vacunado, 2.1 personas se benefician de la prevención de la enfermedad.

Vacuna neumocócica polisacárida (PPSV23, Pneumo23)

La PPSV23 está compuesta por 23 polisacáridos que representan más del 90% de los neumococos aislados de infecciones invasivas graves. Cada una de estas vacunas tiene efectos distintos según el grupo demográfico al que pertenezca el individuo. 

En este artículo dividiremos estos grupos en dos categorías: adultos e infantes.

La importancia de la vacunación neumocócica en adultos

La vacuna antineumocócica polisacárida muestra eficacia en más del 80% de los adultos saludables, generando un amplio espectro de anticuerpos protectores en un período de 2 a 3 semanas después de la administración. 

Estos anticuerpos perduran durante 5 años o más, otorgando una protección considerable. Sin embargo, en adultos mayores y pacientes con enfermedades crónicas prolongadas o con deficiencias inmunológicas, la eficacia de esta vacuna puede verse reducida.

En contraposición, la vacuna antineumocócica conjugada ha demostrado generar una respuesta inmunitaria sólida y una protección de mayor duración. Un beneficio adicional de esta vacuna es su capacidad para prevenir o limitar el estado de portador de la bacteria, gracias al fortalecimiento de la inmunidad en las mucosas, dificultando así la colonización por Streptococcus pneumoniae.

La recomendación general es que los adultos reciban una dosis de la vacuna antineumocócica conjugada trecevalente a partir de los 50 años. Esto es especialmente importante para aquellos en grupos de riesgo, incluyendo personas con sistemas inmunológicos debilitados y aquellas con un sistema inmunológico saludable, pero con condiciones de base o factores de riesgo.

Para los individuos inmunodeprimidos, se recomienda una inmunización activa para la prevención de la enfermedad invasiva causada por S. pneumoniae. Lo mismo aplica para las personas inmunocompetentes con factores de riesgo como enfermedades crónicas respiratorias (como la EPOC), hepáticas (como la cirrosis), cardiovasculares y otras condiciones como diabetes, tabaquismo o alcoholismo. Esta vacunación es crucial para prevenir la neumonía, una enfermedad que puede ser grave y potencialmente mortal.

Aplicación de la Vacuna neumocócica en Infantes

La vacuna antineumocócica polisacárida no ha mostrado resultados eficaces en niños menores de dos años. Debido a que los polisacáridos capsulares son antígenos T-independientes, estos no generan una respuesta inmunológica significativa en los niños menores de 2 años y no instauran memoria inmunológica. 

La respuesta inmune a los polisacáridos todavía es limitada incluso en niños entre los 2 y los 5 años de edad. No obstante, se sugiere la vacunación con la vacuna de neumonía 23 valente en niños mayores de 2 años que presenten algún factor de riesgo. 

Para los niños de 8 a 10 años de edad, esta vacuna sí logra inducir niveles de anticuerpos específicos comparables a los obtenidos en adultos.

En cambio, la vacuna antineumocócica conjugada puede ser aplicada en niños desde las seis semanas hasta los cinco años. Este rango de edad ampliado en comparación con la vacuna polisacárida incrementa la cobertura infantil, optimizando la prevención de la neumonía en este grupo demográfico.

La programación recomendada para la administración de la vacuna antineumocócica conjugada contempla tres dosis durante el primer año de vida (a los 2, 4 y 6 meses), seguido de una dosis de refuerzo durante el segundo año (entre los 12 y los 15 meses). 

Este esquema de vacunación es clave para lograr una protección eficaz contra la bacteria Streptococcus pneumoniae, causante de la neumonía.

Breve Historia de la Bacteria Neumocócica y sus Descubrimientos Relacionados

La bacteria Streptococcus pneumoniae fue descubierta de manera simultánea en 1881 por Louis Pasteur en Francia y George Miller Sternberg en EEUU. Ambos científicos experimentaron con la inoculación de saliva en conejos con el objetivo de aislar y observar el comportamiento de la bacteria.

En ese mismo año, Christian Gram, reconocido por el desarrollo de la tinción de Gram, identificó diplococos gram positivos en tejido pulmonar de pacientes con neumonía. En 1886, Albert Fraenkel le otorgó el primer nombre registrado a la bacteria, denominándola «Pneumococcus», en referencia a su capacidad para provocar enfermedades pulmonares.

Los avances continuaron cuando, en 1890, Felix y George Klemperer descubrieron que el suero de conejos inyectados con neumococos muertos otorgaba inmunidad a la reinfección por la misma cepa. Sin embargo, este suero no confería protección contra otros serotipos diferentes. 

En 1895, Issaef descubrió que el suero inyectado no era bactericida, pero sí facilitaba la fagocitosis de los neumococos por el sistema inmune.

Avanzando hacia 1900, Neufeld descubrió la acción lítica de las sales biliares y, en 1902, descubrió que al añadir un antisuero específico, se producía una aglutinación macroscópica (hinchazón capsular llamada reacción de Quellung). En 1904, junto con Rimpau, Neufeld demostró el fenómeno de la opsonización, lo que marcó un hito en la creación de las teorías de la inmunidad humoral y celular.

Luego, en 1917, Dochez y Avery iniciaron el estudio de la cápsula del neumococo. Años más tarde, durante la pandemia de la gripe española en 1918, se descubrió que la mayoría de las muertes fueron causadas por neumonías bacterianas secundarias, siendo el neumococo el microorganismo más frecuentemente aislado. Este hallazgo subrayó la importancia crítica de esta bacteria en la patología respiratoria humana.

Continuación sobre la historia de la vacuna neumocócica

Para 1926, el nombre de la bacteria fue modificado a Diplococcus pneumoniae en reconocimiento a su capacidad para agruparse en pares. Sin embargo, dos años más tarde, el microbiólogo Frederick Griffith realizó un experimento pionero que demostró la habilidad de las bacterias para transferir información genética a través de un proceso denominado como «fenómeno de transformación».

En 1930, Felton preparó los primeros polisacáridos capsulares neumocócicos para la inmunización en humanos. Año tras año, la investigación avanzaba, y en 1931 se aplicó la técnica de Quellung para la serotipificación en humanos, una reacción de precipitación que involucra antisueros específicos y el antígeno polisacárido de la bacteria, haciendo visible su cápsula a nivel microscópico.

En 1944, Oswald Avery, en colaboración con Colin MacLeod y Maclyn McCarty, demostraron que el principio transformante de Griffith era el ADN, la molécula portadora de la información genética. Este hallazgo marcó el inicio de la era de la biología molecular.

Además, MacLeod en 1945 observó una disminución en la incidencia de neumonía en reclutas inmunizados con cuatro serotipos. En la década de 1960, Robert Austrian alertó sobre la necesidad de una vacuna neumocócica polivalente eficaz

En 1962, llegó a la escuela de medicina de la Universidad de Pensilvania y demostró la seguridad y eficacia de lo que sería la futura vacuna, mediante pruebas clínicas realizadas a mineros en Sudáfrica, una población particularmente vulnerable a la bacteria.

Finalmente, en 1974 la bacteria fue renombrada como Streptococcus pneumoniae por su tendencia a formar cadenas. Y sólo tres años más tarde, en 1977, la primera vacuna contra la neumonía, desarrollada por Robert Austrian, fue comercializada, protegiendo contra 14 cepas diferentes de neumococos.

Último eventos sobre la historia de la vacuna neumocócica

En 1983, la vacuna contra la neumonía expandió su protección para cubrir 23 cepas. Esta vacuna polisacárida se conoce como PPSV23 o Pneumo23. Sin embargo, se descubrió que no proporcionaba protección a grupos de población vulnerables al contagio del neumococo, como es el caso de los niños menores de dos años.

La primera vacuna antineumocócica conjugada que se comercializó por ejemplo en España fue en el año 2000. Esta vacuna heptavalente también recibió la autorización oficial y se llamó PCV7. Aunque fue similar a la Pneumo23, la PCV7 es una vacuna conjugada, diseñada específicamente para proteger a los niños.

En 2001, se publicó la secuencia genómica completa de la cepa virulenta del serotipo 4 (TIGR4) y de la cepa avirulenta del serotipo 6. Esta secuencia incluyó 2.236 genes, de los cuales 1.440 tienen una función biológica clara.

Finalmente, en 2010, la vacuna PCV7 se expandió para ofrecer protección contra 13 cepas, cambiando su nombre a PCV13. Esta vacuna protege contra las cepas bacterianas responsables de las infecciones neumocócicas infantiles más graves. 

Gracias a esta innovación, la incidencia de enfermedad neumocócica invasiva en niños ha disminuido aproximadamente un 80% en Estados Unidos.

¿Por qué es importante vacunarse frente al neumococo actualmente?

Desde los inicios de la pandemia y, más aún en la actual situación del Covid-19, adquiere mayor relevancia la prevención de infecciones respiratorias, como la gripe y el neumococo. Esta importancia se intensifica especialmente en los principales grupos de riesgo que comparten ambas enfermedades, como son los adultos mayores, personas institucionalizadas y enfermos crónicos.

Los adultos con enfermedades crónicas y personas mayores de 65 años tienen un mayor riesgo de sufrir neumonía neumocócica, padecer complicaciones derivadas y ser hospitalizados por su causa.

En un estudio de 257 pacientes confirmados por laboratorio con SARS-CoV-2, las coinfecciones bacterianas más frecuentes fueron: S. pneumoniae, seguido por Klebsiella pneumoniae y Haemophilus influenzae.

En estos casos, la vacunación con la vacuna contra neumonía conjugada 13-valente (VNC13) podría disminuir la presión asistencial debido a la enfermedad neumocócica invasora y a la neumonía neumocócica, así como también disminuir sus costes asociados.

Aunque la información sobre coinfecciones entre SARS-CoV-2 y neumococo es limitada, la vacunación contra neumonía puede disminuir las infecciones bacterianas primarias y secundarias, además de reducir la probabilidad de infección por SARS-CoV-2.

Además, se ha encontrado que los adultos vacunados contra el neumococo tienen menos probabilidad de dar positivo en un test nasofaríngeo frente a SARS-CoV-2.

Por lo tanto, la vacunación en adultos  es una de las herramientas más seguras y eficaces para la prevención de la neumonía neumocócica por serotipos vacunales.

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